A partir de los 30 empieza todo. Nos estamos haciendo mayores. La piel se vuelve más delgada, las primeras arrugas aparecen y el clima llega a las rodillas. Tomamos nota de ello, pero no nos gusta. Afortunadamente, hay un compuesto natural que tiene ventajas considerables para estos dos problemas aparentemente no relacionados: el ácido hialurónico. ​

El ácido hialurónico es un glucosaminoglucano, una cadena muy larga de discáridos (azúcares), que es responsable del balance de humedad en todos los tejidos conectivos del cuerpo. A medida que envejecemos, el nivel de ácido hialurónico disminuye en nuestro organismo. La predisposición genética, el tabaquismo u la falta de magnesio y zinc aceleran el proceso. El resultado: flacidez de la piel y problemas con las articulaciones. 

El ácido hialurónico puede promover la piel firme y las articulaciones saludables. Uno de los mejores beneficios descubiertos del ácido hialurónico es su efecto calmante en las articulaciones. La eficacia no es sorprendente ya que el ácido hialurónico se concentra naturalmente en las rodillas, caderas y otras articulaciones. Es el componen principal de la sustancia del cartílago, así como el líquido sinovial o sinovia.